A estacazos tuve que matar mi corazón una y otra vez,
pero siempre quiso intentar levantar la mirada
para ver aquella canción otra vez.
Incluso con una guillotina le corté la cabeza,
pero otra le volvía a brotar,
a pesar de estar bajo el mar de sangre tapando las heridas.
Quisiera asfixiar el momento en que te levantas,
y cegar tus labios tormentosos llenos de azufre,
callar esos silencios,
y botar las poesías por el vacío.
Fue un segundo atrás en que me dí cuenta que esto ha llegado a su fin.
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